El cuerpo que deseamos. Un origen natural de las desigualdades sociales

La Psicología Social es una especialidad psicológica que estudia el comportamiento en contextos sociales, en consecuencia, uno de los asuntos en los que se ha concentrado una gran cantidad de esfuerzos de investigación está relacionado con la identificación de variables que describen cómo la personas se comportan ante otras y explican por qué lo hacen de forma distinta dependiendo de con quién -o con quiénes- está interactuando y de las circunstancias que rodean el hecho; así, por ejemplo, sabemos que nosotros no le sonreímos a todas las personas que en el diario transcurrir encontramos ni tampoco les ofrecemos ayuda cada vez que ésta sea requerida.

Puesto que el trato de forma desigual es un rasgo distintivo de las interacciones sociales cotidianas, los psicólogos sociales han identificado unas variables que predicen cuándo es más probable que un individuo se comporte de una determinada forma (por ejemplo, sonriendo o ayudando) y no de otra. Una de esas variables es el nivel de atractivo, y sobre esta variable existe una gran cantidad de evidencia empírica que muestra que cuanto más atractiva resulta una persona, más probables se hacen unas conductas e, incluso, se han establecido plenamente fenómenos psicosociales estrechamente vinculados con el atractivo como son “el estereotipo lo bello es bueno” y el “efecto halo”.

Sin embargo, en la Psicología Social, sólo en las últimas décadas se ha observado un esfuerzo sistemático por investigar cuándo una persona es atractiva y buena parte de la exposición consistirá en mostrar cuáles son algunas de esos rasgos físicos y psicológicos que hacen a unas personas más atractivas que otras y, mientras se van tratando esas variables o características, se describirán algunos de los estudios que recientemente se han adelantado al respecto en nuestro país.